lunes, abril 14, 2008

James y las Pozas..

En mi último viaje a México, del DF partimos hacia Sierra Gorda (Querétaro) a recorrer varias Misiones cercanas: la primer parada luego de varias horas de un camino interminable de curvas y contracurvas fue el Hotel Misión Concá, construido sobre un casco de hacienda de nombre San Nicolás Concá que data del siglo XVIII, el calor era sofocante y lo primero que vimos fue la pileta…al día siguiente fuimos a Jalpan, un pueblo cercano fundado en 1744 que dio inicio a la construcción de las Misiones de Jalpan, Landa, Tilaco, Tancoyol y Concá gracias a la participación de la Orden Franciscana del Colegio de San Fernando. En 1750 llega Fray Junípero Serra a la Misión de Jalpan y junto con Fray Francisco Palou inicia la noble hazaña de integrar espiritualmente y socialmente a los indígenas de la sierra. El tercer día dejamos el hotel y partimos hacia Xilitla, de camino pasamos por Landa y Tilaco.


Ya cerca de Xilitla el clima se torna más tropical y fresco y aquí me detendré especialmente, para explicarlo transcribo un fragmento de Internet que me pareció más que acertado.
“Las Pozas de Xilitla son otra cosa. Llamémosle capricho o quizá el mayor monumento surrealista al aire libre jamás concebido. Lo cierto es que aquí los cuadros de Escher, del muy anterior Giovanni Battista Piranesi, de Remedios Varo o de la también mexicana Leonora Carrington dejan de ser mero territorio del lienzo para convertirse en esa ciudad jardín inhabitable que salió de la imaginación del aristócrata inglés Edward James (1907-1984). Hoy es ese laberinto y esa ciudad sin muros que dialoga con la exuberante vegetación de la selva huasteca de San Luis Potosí.Fuera de los itinerarios turísticos más convencionales está Las Pozas, lugar donde el heredero de varias fortunas -y posible nieto bastardo de Edward VII-, Edward James, tuvo una iluminación mientras se bañaba en las piscinas naturales de Xilitla y vio cómo le rodeaban un enjambre de mariposas monarca allá por 1945.Como en el lenguaje de sus amigos y protegidos, entre los que se cuentan Salvador Dalí o René Magritte, a los que financió durante años, el símbolo se hizo manifiesto. Allí construiría, durante unos veinte años, 30 hectáreas de delirio arquitectónico, donde hay escaleras que suben al cielo, columnas que no sostienen más que aire, arcos que parecen plantas, flores, pájaros, piernas de cemento y humedad. El jardín en que Lewis Carroll hubiera querido ver a su Alicia."Construí este santuario para que fuera habitado por mis ideas y mis quimeras". Pero no sólo fue residencia de sus quimeras. Edward James era un apasionado de las orquídeas y hasta 1962, fecha en que hubo una gran helada en Xilitla, las coleccionó compulsivamente. Entonces empezó el furor constructor, cuando llenó las hectáreas de su propiedad de animales (desde venados hasta ocelotes o serpientes) y se propuso construirles casas sin paredes, jaulas sin rejas. Para ellos y para sí mismo. Las Pozas es hoy juego, como lo fue para James.Como quiso, su obra sigue en construcción. Ya no es su alucinada mano la que imagina el cemento, sino la naturaleza, la humedad de la selva que hace de Las Pozas una obra en proceso. Nunca la acabó. Tampoco es que quisiera. Para ello hubiera necesitado cientos de años y concluir alguna vez alguna de sus ideas. Los hay que temen por la conservación de las construcciones, pero cómo negar su principio antipragmático, el juego con el tiempo que entabló el inglés. Él mismo ansiaba ese diálogo con la naturaleza hasta el punto de desear que alguien llegara a Las Pozas pasados los años y creyera que aquello eran los restos de una civilización perdida, parte neogótica, parte egipcia, parte fruto del empape de surrealismo del que vivió James y, sobre todo, fruto de una mente alucinada y brillante.El juego surrealista, con su sorpresa y humor, es la materia prima que sostiene las estructuras de Xilitla. Ya dijo Breton que México era un país "naturalmente surrealista". Y no le faltó razón.La ciudad paradójica del inglés no hubiera sido posible sin el Sancho de esta historia, el hombre práctico que acompañó a James desde que comenzara su aventura mexicana, Plutarco Gastelum, al que reclutó en una oficina postal de Cuernavaca en los años cuarenta y que convirtió en su amigo y administrador. Tampoco hubiera sido posible sin que Edward James vendiera parte de su vasta colección de arte surrealista y gastara unos cinco millones de dólares. Como tampoco sin la interpretación genial de sus bocetos -que enviaba vía postal desde sus múltiples viajes- por parte del tallador local José Aguilar, que los llevaría a los moldes de madera que se utilizaron en todas las construcciones, y que el albañil Carmelo Muñoz Camacho llevaría a cemento. Las Pozas tiene mucho también del genio artesanal de los artistas y albañiles de Xilitla."Mi casa tiene alas y a veces, en la profundidad de la noche, canta", escribió James. Tal fue su sueño en Xilitla. En el epitafio de su tumba en su residencia de West Dean, en el Reino Unido, hoy fundación y una de las escuelas de restauración más prestigiosas del mundo, se lee: "Edward James, poeta". Fueron muchos sus versos, recibidos con poco entusiasmo durante su vida, pero fue y sigue siendo su fantasía arquitectónica la gran obra de este niño rico que dijo haber nacido surrealista”.



Regrese maravillada de ese lugar, desconocido por mi hasta el momento, y ya no importo tanto el camino de regreso (tan curvo como el de ida)…en Xilitla pasamos una noche hospedados en El Castillo, posada construida por Plutarco sobre una casa colonial siguiendo el estilo fantástico de James…allí vivió Plutarco con su familia y hospedaba a James y amigos en cada visita al lugar, hoy es una bella posada para turistas. Altamente recomendable por mantener el estilo de “casa”, con sus habitaciones, su sala y decoraciones originales (como un fresco de Leonora Carrington).


En mi fotolog hay una breve "historia" inspirada en James y las pozas.


Y en YouTube encontré este videito que muestra un poco la historia del lugar.

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